Una completa extraña me preguntó dónde me pusieron mis extensiones de cabello. Me halagó, –o algo así– pero en realidad mis “extensiones” crecen directamente desde mi cuero cabelludo. Algunas veces los oficiales de seguridad aeroportuaria me palpan la cabeza porque sospechan que pueda estar ocultando algo en mi cabello, así que no me sorprendió mucho la pregunta. Le conté sobre mi (floja) rutina cuando me preguntó cómo lo hacía, pero ella movió la cabeza: “Nop, eso no funciona conmigo”. Escuche señora, si yo supiera la fórmula mágica que funcionara para todos los tipos de melena, sería rica. No hay un único método que funcione para todas las chicas con cabello rizado. ¿Verdad, amigas con rizos? #frizzlife.
Si este es el caso para el cabello, es más complejo el caso de las citas románticas (Estamos hablando de dos seres humanos increíblemente únicos…no de algo inanimado). No hay una lista de 10 pasos que garantice al hombre o a la mujer ideal; cualquier medio que te diga otra cosa, podría meterte en problemas. La Iglesia, en su sabiduría, proporciona guías sobre la castidad y proclama la belleza del matrimonio, pero luego da un paso atrás. No dice cómo sentirse en determinado punto, o cuándo expresar la palabra con “A”, o cuánto debe durar el noviazgo antes de comprometerse, etc. ¿Por qué? ¡Porque cada uno está única y complejamente diseñado, no podemos parecer iguales!
He desperdiciado demasiado tiempo comparando mi vida con la de otros como para saber que la comparación no es buena amiga. Ok, es más bien una enemiga de la que yo estúpidamente me hago amiga cada día y que más de una vez he tenido que echar fuera. La comparación es una mentirosa que te dice “no eres suficientemente buena”. Si escuchas a todas las voces que te señalan quién deberías ser o cómo debería verse tu vida, te vuelves sorda ante la verdad sobre quién eres y lo que Dios tiene para ti en ese preciso momento. Al dejar de compararme, he descubierto que yo soy suficiente y que está bien que mi vida se vea distinta a la de los demás.
Eres irrepetible. También lo es tu historia de amor.
No hay una fórmula única para las relaciones románticas pero hay un anhelo universal de amor auténtico. Jesús, el único a quien finalmente buscamos, es el común denominador. No podemos depender de una persona para que sea nuestra satisfacción total sino una ventana al Amor de Dios, un cauce de Su gracia, un reflejo de Su corazón. Citando a uno de mis favoritos de todos los tiempos, Los Miserables, “Amar a otra persona es ver el rostro de Dios”.
Una de mis amigas, al recordar el inicio de su relación con su ahora esposo, dijo: “Gracias a nuestra relación yo pensaba frecuentemente ‘Vaya, Dios me ama.’ No había todos esos sentimientos de enamoramiento cargados de emoción que ves en las películas, era aún mejor: era alegría y paz”. Lo que todos queremos y para lo que fuimos creados, es la alegría del Señor. Los sentimientos son pasajeros pero la alegría es constante. La alegría viene directamente de la comunión con Él, estés soltero, saliendo con alguien o casado.
Sea cual sea el estado de vida en el que te encuentres, no te estás perdiendo de algo. El Amor está a tu disposición cada momento del día, solo tienes que abrir tus manos hacia nuestro Padre y recibirlo.
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Megan Mastroianni comenzó a dar conferencias en 2007. Ha participado como conferencista en la Jornada Mundial de la Juventud 2011 en Madrid, en el programa de televisión “Life on the Rock” de EWTN, en retiros, conferencias, asambleas y reuniones para estudiantes de educación media y universidades en todo Estados Unidos. Megan participa en Steubenville Youth Conferences y en conferencias juveniles diocesanas. Lleva dos años en la academia Mount de Sales en Baltimore sirviendo como ministra del Campus. Le apasiona proclamar el amor de Cristo y ser su testigo.
