Cómo mis padres me expusieron a la pornografía
Mis padres no son perfectos. Tremendo, lo sé. Ellos son así debido a sus padres, quienes son así debido a sus padres, quienes son así debido a nuestros primeros padres: Adán y Eva. Sí. Pecado Original… supongo que puedes decir que es un problema familiar.
Sé que mis padres hicieron lo mejor que pudieron al criarme, y fueron y siguen siendo asombrosos, pero había errores de su lado que me llevó largo tiempo perdonar. Uno error, particularmente, fue algo que yo sé que no tenían intención de cometer.
Al crecer, no recuerdo a mis padres regulando qué cosas veíamos en el televisor. Una noche, nos permitieron a mis hermanos y a mí mirar una película no tan apropiada para menores con ellos. La película comenzó con una escena sexual gráfica. Mis sentidos se vieron superados por lo que veía, y no sabía cómo procesarlo. Me sentí increíblemente culpable. Empecé a mirar esa única escena cuando estaba sola en casa; luego empecé a ver esa clase de contenido en la computadora, lo que derivó en una adicción a la pornografía, así como a la masturbación.
Pasó mucho tiempo hasta que comprendiera qué eran esas cosas, y cuán desesperadamente necesitaba ayuda para superarlas. En un retiro en Octavo Grado, aprendí sobre la castidad y la verdadera felicidad que promete. También encontré esperanza a través de las personas que predicaban el retiro, algunos de ellos fueron lo suficientemente valientes como para compartir sus propias luchas superando pecados sexuales. Esto hizo que quisiera enmendar mi vida.
Dios me dio la gracia por medio de estas fuertes experiencias para correr a Él y buscar sanación en el Sacramento de la Reconciliación, al cual recurriría cada vez que cayera en la tentación. Fue un proceso arduo, y solía sentir que nunca terminaría, pero la lucha valía la pena. Lo que también me ayudó a superar estas adicciones fue confiar en mis padres y en mis amigos más cercanos. Ese sistema de apoyo fue crucial, pues estos seres queridos confiables me recordaban mi valía cuando quería rendirme.
Finalmente, este proceso conllevó perdonar a mis padres. Es algo por lo que aún debo rezar cuando la herida parece abrirse nuevamente, sabiendo que ellos deberían haberme protegido, pero también entiendo que no fue totalmente culpa de ellos. Como mencioné antes, ningún padre es perfecto, y no pueden proteger a sus hijos de todo. Sin embargo, espero inspirar coraje en los padres para que tengan una mejor conciencia sobre el contenido que exponen a sus hijos, y a qué edad ciertas cosas son apropiadas. También les recomiendo a los padres que miren programas de televisión con sus hijos, que apaguen el televisor cuando aparezca algo que no glorifique a Dios y/o defienda la dignidad humana. Si un programa o una película no promueven buenos valores y morales, entonces, no vale la pena. El alma de un niño no vale la distracción/entretenimiento temporal que pueda provenir de esos programas. Lo mismo es cierto para con los adolescentes, jóvenes adultos y adultos propiamente dichos. ¿Por qué conformarse con la basura que intentan vendernos los medios de comunicación cuando nosotros, como consumidores, determinamos sus destinos?
Que tengamos la valentía para llevarnos mutuamente a estándares más altos, que es el único camino hacia la verdadera y duradera felicidad… y que Dios nos conceda la gracia de buscar Su perdón y el perdón de los demás por todas las veces en que les hemos fallado.