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Cuando su pasado no es tan perfecto

Imagina que conoces a un hombre increíble. Es devoto, maduro, es tu mejor amigo y están locos el uno por el otro, pero él no siempre fue así. Como muchos jóvenes engañados, él no siempre fue puro.

Como con cualquier chico, asegúrate de que su estilo de vida casta sea verdadero. Si no te es fiel con el corazón, con la mente, con el cuerpo ni con sus ojos, él no está listo para el matrimonio. El pasado no debería hacer alguna diferencia en tu relación, pero dónde está él hoy sí hace la diferencia. Sólo un hombre enamorado locamente y que sea devoto de la pureza es capaz de estar enamorado apasionadamente y ser devoto de ti.

El tiempo prueba que él es puro y que su amor es verdadero, pero cuando amas tanto a alguien, ¿cómo se manejan tus emociones con su pasado?

Lo primero que hay que recordar es el Salmo 51, 3.6: “¡Ten piedad de mí, Señor… Contra ti, contra ti solo pequé e hice lo que es malo a tus ojos.”

Si es un caballero católico, él habrá ido a confesarse varias veces desde su último pecado sexual. En la Confesión, Dios borró ese pecado. Ya no existe. En la Confesión, Dios sanó y restauró a tu amado. El hombre que salió del confesionario no es el mismo que cometió ese pecado.

¿Perdón? ¿Perdonarte qué? ¿De qué estás hablando?

Ahora bien, si un hombre quiere escuchar “te perdono”, por supuesto que se lo dirás. Sin embargo, tu primer pensamiento no debe ser en relación a tu dolor, sino al suyo. El amor siempre piensa primero en aquel al que se ama. Lo que te debería molestar serían la basura y sus efectos, que él tuvo que superar, y que se haya perdido los mejores años de soltero. Él es quien fue engañado y resquebrajado.

Claro que eso te lastimará. Sé paciente y gentil contigo misma a medida que atraviesas por todo esto. No somos Dios, no podemos “perdonar y olvidar” perfectamente. Pero podemos elegir quitarlo de nuestra mente lo mejor que podamos. No permitas ninguna curiosidad mórbida ni celos. La honestidad es necesaria, pero debería ser breve y concisa. Entrar en detalles sólo será peor para nuestra imaginación más tarde.

Puede parecer imposible no inquietarse, pero recuerda: no fueron “otras chicas”, esto es, no pueden ser comparadas contigo. Pudo haber sido sexo, pero nunca fue hacer el amor. Más precisamente sería romper el amor. Ahora él, a ti, te da amor cuando muere a sí mismo y permanece puro contigo, porque tu felicidad, tu mayor bien significa más para él que cualquier otra cosa.

Nadie quiere ser comparado con otras personas sobre su vida sexual. Sin embargo, si contraes matrimonio con un hombre que te ama genuinamente, eso no sucederá, porque no hay margen para la comparación. Cuando amas a una persona, el placer no proviene del desempeño, sino de la cercanía con el amado. Los disfrutarán y la pasarán bien porque están juntos. Tus habilidades no tienen nada que ver con este disfrute. Tu felicidad es lo que lo hace a él feliz. El fin del amor no es dar, sino recibir. Un caballero que te ama no estará centrado en alcanzar la perfección, sino más bien en dar inicio a la intimidad. El simple hecho de que seas es lo que le causa alegría.

Además, la noche de bodas es una sola noche. No es el culmen, es el principio. Cuanto más tiempo estén casados, tanto más fácil y natural será, y aprenderán mucho más el uno del otro. Con el paso del tiempo se amarán más, más mejorará, más divertido y más emocionante será. Toda pareja felizmente casada pronto alcanza un nivel de intimidad, satisfacción y disfrute que los acompañantes momentáneos no podrán comprender.

A los que miran hacia Dios, nada les falta. Tienes toda la razón para estar enfurecida con el enemigo que vino a robar, matar y destruir. Pero también puedes burlarte de él porque Dios te devolvió lo que el enemigo intentó destruir. En tu noche de bodas, tú y tu amado, por primera vez, harán el amor consumando su matrimonio: porque se aman el uno al otro, totalmente, completamente, y para siempre.

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