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¿Adicto a las citas?

Luego de graduarme en el 2013, me mudé a San Francisco para comenzar mi carrera. Estaba atento, lleno de ambición, pero también de miedo. Nunca antes había vivido solo, fuera del ambiente académico, y no sabía qué esperar del “mundo real”. Sin embargo, a pesar de mis temores, una parte de mí estaba emocionada. Estaba entusiasmado por iniciar un nuevo capítulo, establecer una nueva comunidad que fuera más allá de los estudiantes universitarios; pero, por alguna razón, estaba más emocionado por tener citas. Puesto que nunca había tenido citas, desconocía cómo serían, pero sabía lo que quería. Mi carne me venció, y las citas se convirtieron en mi prioridad #1 con el único propósito de la gratificación física.

Ir tras las citas online me llevó por un camino que sería totalmente consumista en los siguientes cinco años. Por más que pensara que usaba la tecnología para “simplemente sortear las incomodidades de las citas”, me mentía a mí mismo. Claro que quería evitar las incomodidades, pero no era una incomodidad que evitara que la relación creciera hasta el matrimonio. No, era una incomodidad que evitaba rápidamente tener que analizar si una persona me encontraba lo suficientemente atractivo como para acceder a una intimidad física. Eso era todo lo que quería, y se convirtió en eso. Cada mujer con la que me conecté digitalmente, era una mujer más con quien fantasear. La convertía en un objeto, y justificaba mis acciones como algo que “los solteros hacen”. Cada mujer que conocí se asentaba cada vez más en la culpa y la vergüenza, y distorsionaba mi visión sobre lo que una relación centrada en Cristo debería ser.

Este patrón continuó a medida que me mudaba de San Francisco a Washington DC y a Austin. Pero, así como pasaba el tiempo, tanto más crecía la bondad del Señor, persiguiéndome en mi pecado. Lo que previamente identificaba como tristeza terrenal comenzó a convertirse en tristeza celestial. Como el Apóstol Pablo dice en la segunda carta a los Corintios: “En efecto, la tristeza de cara a Dios produce un irreversible arrepentimiento para la salvación; en cambio, la tristeza meramente mundana desemboca en la muerte.” (2 Cor 7, 10). Me acerco a Austin, Texas, con un corazón y mente dispuestos a convertirse de mi pecado, de una vez y para siempre. Por primera vez, oré pidiendo por pureza, compartí mi pecado con aquellos más cercanos a mí, y entré con un corazón a ser transformado. Así como prontamente mi corazón parecía ir a Cristo, del mismo modo mis deseos regresaron a los hábitos destructivos. Estaba de nuevo en Tinder, nuevamente en sitios web, buscando algo que no sabía qué era; pero sabía que necesitaba cambiar. Luego de una larga introspección y reflexión, aprendí que las mujeres a quienes yo deseaba, con quienes salía, y con quienes me involucraba físicamente, eran las únicas que podían darme aceptación y valor, incluso tanto o más que cualquier otra forma de aceptación que experimentara de parte de quienes estuvieran a mi alrededor. También me di cuenta de que temía que si no fuera por el placer y satisfacción temporal que encontraba en ellas, nunca encontraría a alguien o algo más satisfactorio y duradero.

He llegado a darme cuenta de que mi valía y valor nunca vendrán de este mundo. Finalmente identifiqué al miedo que se ubicaba dentro de mí, que el placer que buscaba distaba de confiar en Dios para vivir mis deseos sexuales según Su voluntad. Traté de controlar mi vida e imponer mis estándares; intenté derrotar los sentimientos de inferioridad encontrando valía en todos y en todo excepto en el único en quien mi valor y valía pueden ser encontrados.

Hoy en día, me esfuerzo para ayudar a que hombres y mujeres experimenten la misma libertad que yo he experimentado. Al identificar mis motivaciones, los “por qué” de mis motivaciones, y apoyándome constantemente en el Señor, he creado una herramienta gratuita que puede ayudar a que las personas se acerquen a la libertad. A través de LeadMeNot solo no es la respuesta a la lucha contra la adicción, creo que un acercamiento integral, centrado en el Evangelio, mientras se usa la tecnología, puede ser un modo más efectivo para alcanzar la libertad.

A pesar de mis miedos, “Estoy firmemente convencido de que aquel que comenzó en ustedes la buena obra la irá completando hasta el Día de Cristo Jesús.”(Flp 1, 6) Mi nombre es Jason, y soy una nueva creación en Cristo.

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