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Libremente y con pleno consentimiento

Cuando era niña, me encantaban los viejos cuentos de capa y espada de aventuras y romances como Robin Hood, El Zorro, La Flecha Negra… Viendo La Flecha Negra me enteré de lo que era una anulación. Cuando el malvado señor trató de forzar a la heroína rica a casarse con él secuestrando a sus parientes, ¡parecía el peor destino del mundo! Mi madre me explicó que no habría sido un matrimonio válido porque ella no lo habría hecho por su libre voluntad.

La Iglesia requiere que las personas contraigan matrimonio “libremente y con pleno consentimiento”.

Esas simples palabras “libremente y con pleno consentimiento” tienen un significado mucho más profundo que una boda forzada. El matrimonio es (entre otras cosas) una relación sexual y emocional. Para entregarse de verdad sexual y emocionalmente, uno debe ser sexual y emocionalmente libre. De lo contrario, en lugar de entregarse va a terminar tomando y usando las personas en lugar de amarlas. Aunque no hay muchos señores malvados hoy en día, existen dos enemigos, desafortunadamente comunes, de la libertad sexual y emocional de una persona: la lujuria y el miedo.

Es muy cierto que si no puedes decir que no, tu sí está incompleto.

Si no puedes negarte el placer sexual, la lujuria nublará tu entendimiento cuando encuentres a un posible cónyuge y te casarás con el placer en lugar de la persona. Si te aterroriza estar solo, el miedo hará que te aferres a cualquier esperanza razonable que se te presente, y te casarás con la relación en lugar de con la persona. Dado que no puedes decir “no”, no tienes la libertad de dar tu pleno consentimiento.

Para ser libre no es necesario estar libre de la tentación. Tal vez tienes problemas con los pensamientos o tienes momentos de pánico. Para que seas libre, esos sentimientos no deben controlarte. Sí, deberías tener deseos sexuales fuertes y saludables, y sí, serás tentado/a. Pero también necesitas la libertad y la humildad para poder huir de las ocasiones próximas de pecado y evitar el comportamiento ilícito. Deberías tener la salud emocional para formar vínculos profundos que podrían romper tu corazón. Pero también necesitas la libertad y la confianza para poder alejarte de una relación que no sea adecuada y aceptar vivir una vida de soltero con Dios.

Antes de casarte con alguien, tienes que asegurarte de estar enamorado/a de esta persona única e individual, y no del placer o de la relación en sí misma. Cuando verdaderamente amas a una persona, para construir una relación sana necesitas la libertad de entregarte por completo. Por lo tanto, necesitas ser capaz de negarte el placer sexual o la seguridad de una relación. Si te esfuerzas sinceramente por Cristo, conseguirás confiar en que Él te dará la fuerza y el consuelo que te permitirán controlar la lujuria. Si realmente buscas la voluntad de Dios, aprenderás a confiar en Él, y el miedo perderá su dominio. En tres años, no querrías mirar a tu cónyuge y pensar: “¿Qué estaba pensando? No somos mejores amigos. No tenemos una relación sana. ¿Por qué no esperé?”

La lujuria o el miedo te han herido lo SUFICIENTE. No seas impaciente dándoles la oportunidad de influir en tu decisión o de destruir la relación que podría herirte o bendecirte por el resto de su vida.

Si estás saliendo con alguien adicto a la lujuria o dominado por el miedo, da un paso atrás. Dile a tu amigo o amiga que te preocupa que eso te podría impedir tener una relación sana. Quizás esta persona es “la indicada”, pero puedes hacer una pausa mientras se concentra primero en mejorar su relación con Dios. Si no lo hace, no puedes seguir adelante.

Quizás tu pareja te llame duro/a, moralista, y te diga que seas más comprensivo/a porque él/ella “no puede resistirlo”. No es que debas pretender de ser Dios, o juzgar la culpabilidad personal de nadie, pero si la pobre persona realmente “no puede resistirlo”, ¡ese es exactamente el problema! Porque eso significa que la persona no es libre. No puedes esperar que alguien contraiga matrimonio cuando no está libre.

Pide a Dios su guía, confía en tu instinto y nunca avances en una relación si no podéis hacerlo ambos con pureza y paz. Eso va a doler, pero recuerda estas palabras que un hombre dijo a una mujer que había roto con él muchos años antes: “¡Gracias a Dios que eras una chica tan sensata!”

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Sarah Karlyn Larue is a 26-year-old author of eight books, who loves her Faith and loves writing and is happiest when putting them together. Her latest series, That They Might Have Love,  is for all Catholic young women who want to seek God first in their love lives and find greater love and joy when they are single, dating, and married.

 

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