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Lo que la ruptura de Tim Tebow nos puede enseñar

Cortaron con Tim Tebow. Nuevamente. Esta vez, la muchacha había sido una Miss Estados Unidos, quien decidió terminar la relación luego de unos meses porque ella “no puede soportar” la abstinencia sexual de Tebow.

Entonces la semana pasada, un blog de la farándula del New York Daily News se burlaba del famoso jugador de fútbol americano por su incapacidad de “encontrar la zona de anotación”, y escribieron que no es la primera vez que su decisión de abstenerse del sexo le juega una mala pasada en su vida amorosa.

Lo que es ridículo.

No es ridículo porque Tebow no se equivocó. Él claramente se equivocó. Todos nos equivocamos. Pero él no se equivocó por haberse decidido a salvaguardar el sexo. Él se equivocó porque decidió salir con una muchacha que piensa que abstenerse del sexo es una mala idea.

Y me pregunto por qué, por qué una persona que intenta vivir acorde a los designios de Dios decide salir con una persona a la que no le interesa ese estilo de vida. ¿Tal vez por la misma razón por la cual yo lo hice?

Me sentía atraída por un muchacho que no creía lo que yo creía. Probablemente yo también dudaba de que existieran otros que creyeran lo que yo creía. Mas ninguna es una razón suficientemente prudente para una persona que quiere guardar el sexo para perseguir una relación con alguien que no quiere guardar el sexo.

¿Por qué?

  1. Porque no estamos diseñados para unirnos a personas que tan sólo “aguanten” nuestras decisiones de practicar la virtud.

Si tu vocación es el matrimonio, no estás hecho para unirte a una persona que decide “lidiar” con tu decisión de practicar la virtud, pero que no quiere participar en ello. No, estás hecho para un matrimonio en el que puedan practicar las virtudes juntos, en el que se comprometan mutuamente en la santidad del otro, para ayudarse mutuamente  a llegar al Cielo.

Un “interés ardiente en el bienestar eterno del amado es la intención suprema de nuestro amor”, según Dietrich von Hildebrand. Si una persona que simplemente soporta tus esfuerzos de vivir una vida virtuosa tiene algún interés ardiente en algo, probablemente no sea en tu bienestar eterno.

2. Porque si bien odiamos tener que esperar para conocer a la persona con quien deberíamos salir, la espera lo vale.

La tentación de salir con personas que no creen lo que creemos es real para los Cristianos solteros, puesto que las personas que creen lo que creemos, son muy pocas y están o muy cerca o demasiado lejos.

Por el bienestar del mundo entero, por favor, resiste.

Más allá de cuánto puede tardar, o las dificultades que tengamos que enfrentar, es valioso no salir en citas a menos que o hasta que hayas conocido a una persona que se comprometerá con la santidad de su futuro cónyuge, alguien que desee lo mejor para ti: la santificación. Eso es porque cuando salimos con alguien, el matrimonio es potencialmente un resultado. Y el matrimonio, según San Josemaría Escrivá, es “un contrato permanente que santifica (a la pareja) en cooperación con Jesucristo”.

¿Sabes lo que hace Jesús con el matrimonio cuando los cónyuges le dan lugar? Escrivá te dirá: “Él transforma su vida matrimonial en una ocasión de la presencia de Dios en la tierra”.

El mundo necesita de más matrimonios así. Desesperadamente.

 

3. Porque tenemos un gran, gran Padre que sabe lo que necesitamos y nos lo dará.

Confía en Él.

Él conoce tus dificultades, tu combate de no salir con la persona atractiva que tan sólo “lidia” con tu virtud (o que te dejará por tu virtud), tu combate de creer que alguien saldrá con vos si esperas que el otro pueda practicar la virtud contigo. Pero si estas son tus dificultades, Él también ve lo que no ves: el motivo por el cual aún no ha aparecido esa persona.

La persona que no sabes quién será. La circunstancia que no sabes que cambiará. La oportunidad que aparecerá.

Todavía estás a ciegas, porque estamos unidos al tiempo. Pero somos amados por un Dios que siempre está actuando, quien provee aún cuando piensas que no lo hace, quien “dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman” (Rom 8, 28)

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arArleen Spenceley is author of the book Chastity is For Lovers: Single, Happy, and (Still) a Virgin (Ave Maria Press, Nov. 2014). She works as a staff writer for the Tampa Bay Times, and has a bachelor’s degree in journalism and a master’s degree in counseling, both from the University of South Florida. She blogs at arleenspenceley.com. Connect with her onTwitterFacebook, and Instagram.

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