Esperar: ¿Lo vale?
Me reservo para el matrimonio, cinco palabras que harían huir a un hombre, o al menos eso pensaba. Antes de conocer a mi esposo, generalmente me faltaba la confianza para decir esas palabras en voz alta. Cuestionaba qué tan seria necesitaba ser una relación en orden a compartir esta parte de mí, y al mismo tiempo, me preguntaba si sería deseada a causa de ella. Lo alocado es que, siempre he creído que el sexo se reserva para el matrimonio, que realmente es algo especial y por lo que vale esperar. Pero en ese tiempo, permití que el mundo y sus mentiras se metan en mi cabeza. ¿Mi consejo? Tan pronto como una persona se da cuenta de lo inciertas que son esas mentiras, más fácil se vuelve todo el tema de las citas. Si un hombre no puede respetarte y, más específicamente, a tus morales, él no vale tu tiempo. Y sí, realmente es así de simple.
Recuerdo haberme despertado una mañana durante la universidad, y el muchacho con quien estaba saliendo había pasado la noche conmigo. Fuimos a los bares y a fiestas juntos la noche anterior. Y si bien no tuvimos sexo, hicimos algunas cosas físicas de las que no me enorgullezco. Recuerdo pensar: ¿Pero qué estoy haciendo? Estaba tomando parte en lo que el mundo había designado como “la cultura del ligar”, y no era algo de lo que quería ser parte. La cantidad de tentaciones que provocó el dormir juntos fue muy innecesaria y honestamente, bastante evitable. Estar acostado en la cama con alguien que te atrae puede volverse algo muy íntimo, y ciertamente no facilitará el cuidar tu pureza así como tampoco lo hará el salir en fiestas. A mí no me lo facilitó. Esencialmente me estaba destinando al fracaso. Y además de eso, recuerdo sentir mucha vergüenza. Mi vergüenza derivó en lágrimas, pero en ese momento no entendí porqué. No estaba teniendo sexo, ¿sí? Todos a mi alrededor estaban haciendo lo mismo, sino algo “peor”, entonces, ¿por qué me sentía tan mal al respecto?
Cuando nos volvemos físicos con alguien, nos volvemos apegados. Con la cultura del ligar, ponerse físicos es lo primero. No hay ningún galanteo. No hay una verdadera cita. Ni siquiera conocía realmente a estos hombres. Nunca hablamos sobre nuestra fe, nuestra moral, ni nada de gran significado. Era todo superficial. Y al participar de las fiestas y trasnochadas, mis acciones no se estaban alineando con mis creencias. Me apegaría a estos hombres porque me había compartido de maneras que sólo debían ser reservadas para con mi esposo.
De más está decir, que esa “relación” que mencioné arriba no funcionó. Y este tipo de “relación” no me sucedió sólo una vez. Sucedieron varias veces. Una y otra vez. Y cada vez me preguntaba ¿por qué no está funcionando? ¿Por qué ninguno de estos hombres está viviendo a la altura de los estándares que deseo? Si continuamos haciendo lo mismo, no podemos esperar que algo cambie. Solía llegar tarde al trabajo todos los días. Solía decirme todas las mañanas que llegaría a tiempo, pero luego demoraba treinta minutos para tomar café, lo que demoraba mi preparación para salir. Esto hacía que saliera más tarde de lo planeado, haciendo que llegara tarde al trabajo. Nuevamente. Tenemos que hacer cambios si queremos que las cosas cambien.
Entonces, ¿a qué venía la vergüenza que sentía durante mis años de citas en la universidad? Dios quería más para mí. Esa culpa era Su convicción, y a través de esta convicción aprendí que Él tenía un mejor plan para mí. Él sabía que eso no era lo que yo deseaba. No era la clase de relación que Él había colocado en mi corazón. Yo era una muchacha que quería ser deseada, ser tratada respetuosamente, una muchacha que quería ser aceptada. Dios nos ama tal como somos, y demasiado como para dejarnos ahí… ¿Puedes creer que el Creador de todo el universo se preocupaba de mí lo suficiente como para indicarme en la dirección correcta? Y Él puede hacer eso mismo contigo. Agradezco a Dios todos los días por levantarme del suelo y empezar a decir no a los hombres que pensaba valían la pena.
Creo que es importante mencionar que debido a estos errores del pasado, el dolor de corazón inducido por ellos tardó varios años en sanar. Esa vida nunca, jamás me hizo genuinamente feliz. No sólo me rebajaba el auto-estima, sino también mis estándares. Y así como rebaja mis estándares, tanto más me conformaba con los hombres que Dios no quería para mí. Sí, Dios puede sacar un bien de todas las cosas, y Él ciertamente lo hizo conmigo, pero eso no significa que no tenga remordimientos. Pude haber prevenido tantos dolores. Me llevó tiempo darme cuenta de que había buenos hombres ahí fuera. Tuve que aprender a rechazar a los muchachos que ni compartían ni respetaban mis morales. Ciertamente hubieron momentos de soledad y duda. No fue fácil, pero fue en esos momentos cuando crecí. Mantuve y me aferré a mi fe. Sabía que Dios me estaba llamando al matrimonio, y que Él me llevaría ahí a tiempo.
De esto estoy segura: si soy una chica cristiana, el hombre con quien salga en citas debería saberlo, lo que significa que no habría necesidad de explicar mi virginidad. Si somos cristianos, seguimos lo que la Iglesia enseña. Seguimos lo que Su Palabra dice. El sexo es estrictamente reservado para el matrimonio de varón y mujer. Hemos de practicar la castidad. No te permitas ni permitas que a otro se le ponga en riesgo su pureza. Te prometo, cuando nos mantenemos fieles a nuestro Dios, incluso cuando el mundo nos hace sentir rechazadas e indeseables a causa de nuestra fidelidad (y créanme, lo harán), Dios nos recompensará. Él nos dará lo mejor, Su mejor, y será mejor de lo que hubiéramos imaginado.
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Justine DiCarlo, una graduada de Indiana University, es una veinteañera católica que vivió la cultura del ligar y logró salir. Ella tenía una pasión por limpiar el desastre que es el mundo de las citas, compartiendo sus propias experiencias desgarradoras de sus años de soltera. Su esperanza radica en que otras mujeres eviten sus mismos errores y se concentren y centren sus vidas en lo que Dios realmente desea para Sus amadísimas hijas. Ella es esposa de un guitarrista de rock-n-roll católico y amante de Dios quien la inspira para participar en el camino que Dios nos ha preparado para cada uno de nosotros, y es una madre expectante de su primer hijo en este Agosto. Actualmente está viviendo en Kokomo, Inidana. ¡Vamos Hoosiers! Puedes echarle un vistazo a su página web en giveitatwirlgirl.com.