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Las palabras se las lleva el viento          

Mirando hacia atrás, creo que habría podido evitar la mayor parte del dolor que sufrí a comienzos de mis veintitantos si hubiera prestado atención a este dicho: Las palabras se las lleva el viento. La mayoría de las veces, descubrimos el carácter de una persona fijándonos en sus acciones más que en sus palabras. Un buen amigo es aquel que está cuando más lo necesitamos. Eso es obvio. Entonces, ¿por qué a menudo pasamos por alto este hecho tan simple cuando se trata de citas? Necesitamos hacernos preguntas difíciles. ¿Me ofrece este chico la mejor versión de sí mismo? ¿Me llama cuando ha dicho que va a llamarme? ¿Cuánto esfuerzo está haciendo? Presta atención a las acciones.

Algunos chicos con los que salí hace un tiempo me trataron indebidamente para lo que Dios quiere para Sus hijas. Pero creo que tenemos lo que toleramos. Una vez salía con alguien que decía todas las cosas apropiadas en los momentos apropiados. Me dijo que era un hombre de fe y que su fe era importante para él. Eso me pareció genial a primera vista, pero cuando llegaba el momento de poner sus palabras en práctica, no cumplía lo prometido. Por ejemplo, planeábamos cenar juntos, y él luego me enviaba un mensaje una hora antes de la cena para cambiar los planes. Una vez lo hizo y me dijo que lo encontrara en un restaurante donde él y sus amigos iban a comer. Eso no es una cita. También afirmó que era un hombre cristiano y respetaba mi decisión de esperar hasta el matrimonio, pero luego me ponía en situaciones que pusieron en riesgo mi pureza. Lo que él hacía era injusto, pero también me doy cuenta de que yo no debería haber permitido que eso sucediera. Necesitamos reconocer esas señales de alarma cuando aparecen, en lugar de pasar por alto los defectos y aceptar el mal comportamiento a pesar de todo. No nos conformemos.

Dios sigue arreglando mi pasado, y con muy buenos frutos. Finalmente, dejé de salir con los chicos equivocados y comencé a rezar para saber qué tipo de hombre Dios quería para mí. Poco después, mi hermano me dio un libro tituladoCómo encontrar a tu alma gemela sin perder tu alma de Jason y Crystalina Evert. Ese libro me inspiró hacer una lista de cualidades que esperaba de un futuro esposo. Entre ellas incluí el esfuerzo, la autenticidad y una fe similar. En el momento en que lo hice, y que lo confié todo en manos de Dios, sentí la paz. Dejé de imponer plazos a mi vida y decidí no hacer caso a las expectativas de los demás.

Seis meses después, Dios me dio a mi novio actual. Cuando nos conocimos, le pedí a Dios que me dijera si quería o no que yo saliera con ese chico y que lo conociera. Y vaya que lo hizo. Dadas mis preferencias tradicionales, ese hombre planeó nuestra primera cita con una semana de anticipación, vino para recogerme, llegó a mi puerta, me acompañó hasta su coche y me abrió la puerta. Su esfuerzo era atractivo. Una cosa que realmente me llamó la atención fue el hecho de que me pidió que rezáramos antes de comer. Eso me tomó por sorpresa. Normalmente, era yo quien pedía hacerlo. Ese hombre maravilloso me preguntó sobre mi vida, mis sueños y, lo más importante, mi fe. Poco después de nuestra primera cita, me llamó e hizo planes para volver a verme. A medida que progresamos en nuestra relación, él ha continuado haciéndome sentir como una prioridad y sus acciones han coincidido con sus palabras. Su enfoque siempre ha sido mantener a Dios en el centro de nuestra relación. Así es como debería ser. Así es como Dios quiere que se trate a sus hijas.

Espero que compartiendo los errores de mi pasado pueda ayudar a los demás a aprender lo que no se debe hacer. Quiero que las mujeres sean conscientes de su valor, así quizás no habrá tanto dolor en el mundo del romance. Si las mujeres no permiten que los hombres se comporten de una cierta manera, creo que los chicos empezarán a actuar más como hombres piadosos.

1 Juan 3:18 “Hijos míos, no amemos de palabra ni de boca, sino con obras y según la verdad.”

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Justine is a graduate of Indiana University with a B.S. in Radiation Therapy. She is currently living in Fort Wayne, Indiana working as a radiation therapist at a local hospital. Justine is a devoted aunt who loves to travel, bake and keep up with her Yorkie pup, Leo. She believes that through sharing our life stories, we can encourage each other to be the person God created us to be. Go Hoosiers!

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