¿Deberías salir con alguien mientras disciernes?
No, probablemente no.
Una de las pruebas más difíciles, sobre todo para un joven que está buscando la voluntad de Dios para su vida, es discernir adecuadamente una vocación religiosa a la vez que tiene ganas de salir con alguien. Intenté seguir esa línea en la universidad y fallé unas cuantas veces, haciendo daño a varios amigos en el proceso.
¿Pero cómo puedo estar seguro? ¿Y si apareciera la persona adecuada? ¿Y si pierdo la oportunidad? ¿Cómo puedo saber si el celibato es para mí si nunca he salido con nadie en serio?
Este es mi consejo: No, probablemente no deberías salir con alguien mientras disciernes seriamente una vocación al celibato. La palabra clave aquí es “seriamente”, que quiere decir que es algo con lo que has estado peleándote más de una tarde (si es la primera tarde, deja de hiperventilar. Si has estado cinco años posponiéndolo: ¡espabila!).
Este es el consejo de un hombre, no la verdad del Evangelio. Pero te puedo decir por experiencia personal (y hacerlo a duras penas) que discernir una vocación religiosa mientras intentas salir con alguien no es justo ni para la persona con la que intentas salir, ni para ti. Amor significa desear el bien del otro, en especial cuando duele.
Hechos para el amor.
Perspectiva: No importa la vocación a la que estés llamado, todo hombre y mujer ha sido creado por Dios y para Dios, el Autor de todo Amor. Solo en Dios encontramos nuestro punto de llegada, el sentido de nuestro amor, y deberíamos correr a Él para alcanzar la realización que anhelan nuestros corazones, no a cualquier hombre o mujer mortal.
El mismo matrimonio se convierte en un ídolo cuando ponemos a un hombre o una mujer en un pedestal y esperamos que cumpla nuestros deseos insatisfechos (spoiler: nunca va a pasar). El matrimonio debería ser un signo del amor entre Dios y su gente, un signo que apunta hacia delante, al banquete del Reino. Es más, incluso el presbiterado y la vida religiosa pueden convertirse en un ídolo cuando deja de ser el medio por el cual servimos a Dios y a su gente y pasa a ser un fin en sí mismo. El célibe alegre es un testigo de la unión con Dios que todos estamos llamados a compartir, pero es en efecto un regalo y un compromiso total a dar la vida en servicio a los demás. La vida no acaba el día de tu boda, de tu ordenación o de tus votos perpetuos. Ese día debería ser el inicio del siguiente, una estación de tu vida mucho menos egocéntrica.
Pero volvamos a la pregunta inicial. Si has pasado el estado inicial de “curiosidad” por considerar una vocación religiosa y has entrado en una fase de discernimiento más seria, no creo que sea sabio ni prudente salir con alguien. He aquí porqué.
Falta de intencionalidad.
¿Cuál es la finalidad de salir con alguien? Salir con alguien debería de ser el proceso por el cual estamos buscando nuestro futuro matrimonio. Si no estás preparado para casarte, entonces probablemente no deberías estar saliendo con nadie.
Salir con alguien mientras se discierne no es, francamente, algo deliberado. Mientras que las intenciones de la persona pueden estar claramente definidas (“para que lo sepas, me estoy planteando ser sacerdote”), el lenguaje del cuerpo está alineado con la intención del corazón. Puedo estar enamorando a una persona con mis palabras y mis acciones, pero mi mente y mi corazón están divididos considerando un destino alternativo. Básicamente me estoy planteando salir con otra persona mientras intento seducirte. Esto lleva inevitablemente a la confusión y al daño. Si no has descartado una vocación religiosa para tu vida y te planteas explorar esa opción seriamente, entonces no estás preparado para considerar seriamente el matrimonio (y por tanto no deberías estar saliendo con alguien).
“El mayor cobarde es un hombre que despierta el amor de una mujer sin intención de amarla” Bob Marley.
Salir con alguien durante una etapa de discernimiento puede ser un acto egoísta para rechazar la soledad o incluso ser un acto intencional de auto-sabotaje porque tememos las exigencias de nuestra vocación. Podemos coquetear con la gente con nuestras acciones, dándoles falsas esperanzas. Sobre todo cuando Dios es la opción alternativa, ¿quién puede competir contra eso? La persona rechazada se siente como si nunca hubiera tenido oportunidad alguna, o se siente esperanzada creyendo que quizá será “la elegida”.
En la universidad sentí una insistente llamada al presbiterado. Intenté ignorarla/enterrarla, y aun así sentía el tirón de seguir a Cristo por el camino del sacerdocio. Finalmente entré en el seminario, no sin haber salido antes con varias amigas, creyendo que quizá demostraría a Dios (y a mí mismo) que no estaba llamado para el sacerdocio. Mis esfuerzos solían combinarse con una egocéntrica e idealizada perspectiva que encubría mi miedo a la soledad o la ausencia de un cuerpo caliente. Hice daño a muchas personas porque no había crecido lo suficiente como para reconocer mi egoísmo y dejar de flirtear. Esas relaciones fueron desde el principio injustas, porque mi corazón estaba ya mirando hacia otro horizonte.
El miedo de elegir, el miedo de perder.
Experimenté un fenómeno que reconozco en muchos otros jóvenes adultos y que me gusta llamar “paralisis vocacional”. Por un sinnúmero de razones, podríamos llegar a sentirnos abrumados por la decisión que hay ante nosotros y posponerla o ni siquiera tomar una decisión. Es más fácil quedarse mirando desde el banquillo que salir a jugar.
“Discernimiento” se ha convertido en la nueva palabra de moda que significa “nunca tomaré una decisión“. Puede que conozcas a alguien que está permanentemente “discerniendo” su estado de vida (puede que tú seas esa persona). El problema es que no puedes discernir adecuadamente sin aventurarte concretamente hacia lo desconocido. Al final tendrás que salir de tu cabeza. Tienes que actuar.
Pero por supuesto, especialmente con las relaciones de pareja, nuestros miedos salen a flote:
- ¿Y si pierdo el momento adecuado para actuar? Algunos de nosotros esperamos demasiado para actuar, otros actúan precipitadamente. Sea como sea, si estás siguiendo la voluntad de Dios y escuchando las indicaciones del Espíritu Santo, nunca “perderás” el momento que Él quiere para ti. Confía en que Él tiene planes para tu felicidad y no tu desgracia. El momento llegará, solo necesitas ojos para verlo y el valor para actuar.
- ¿Y si la persona adecuada llega mientras estoy en el seminario o en un convento? Sea nuestro miedo, nuestra tendencia al auto-sabotaje, o una tentación para desviarnos del plan de Dios, siempre aparecerán opciones alternativas. Nuestra chica o chico soñados inevitablemente aparecerán en cuanto estemos preparados para realizar este viaje con Dios. La pregunta es si confiamos lo suficiente en Dios como para no irnos a la primera de cambio y esperar en su plan el tiempo asignado.
Yo conocí a Jackie mientras estaba en el seminario. Feliz porque una chica rubia y guapa estaba hablando conmigo, no tenía ni idea de que en ese momento estaba conociendo a mi futura mujer. Una amistad creció con naturalidad durante el siguiente año y medio, pero era muy indiferente y sin motivos ulteriores. Dios parecía estar “protegiéndonos” de saltar al estado romántico, y Él nos forzó a cultivar primero una amistad real que quisiera de verdad lo mejor para la otra persona. Mientras tanto, yo seguía dedicándome al discernimiento sacerdotal y, con la ayuda de mi director espiritual y mis amigos, concluí que sería más generoso y “más yo” en el estado matrimonial. ¡Y sorpresa!, Dios nos puso a Jackie y a mi juntos de nuevo en el momento justo. Pero fue solo después de que yo me retirara y confiara en Él.
- ¿Así que no debería salir con nadie mientras estoy en la universidad si me siento llamado? Si tú has llegado seriamente a un lugar en tu corazón donde oyes a Cristo llamando a la puerta de tu corazón con persistencia y tú sabes que tienes que explorar la vida religiosa, salir con alguien es solo irse a aguas turbias y crear confusión. Aquí es donde el auto-control heroico entra en juego… no usar a otro por razones egoístas o racionalizar el salir con alguien “de momento”. Los buenos cristianos, hombres y mujeres, pueden hacer mucho daño saliendo con alguien por motivos egoístas. Porque si Cristo está llamando a la puerta, no se va a ir.
Sobre salir con alguien mientras se discierne, hay otras variables que examinar. ¿En qué estado de la vida estás? ¿Instituto? Habrá un montón de crecimiento y transición dentro de poco. ¿Universidad? Estás empezando a tomar algunas decisiones concretas para tu futuro, aunque todavía hay tierra fértil por explorar. ¿Has acabado la universidad? Flexible, pero es un momento para tomar decisiones serias para la vida. No tenemos garantizados setenta años en esta tierra. ¿Qué harás para servir hoy a Dios?
- ¿Cómo puedo saber si el celibato es para mí si nunca he salido en serio con nadie? Esta es una buena pregunta. Hemos tenido muchos santos que entraron en la vida religiosa, que nunca estuvieron saliendo con nadie (Santa Teresa) y que han llevado vidas de gran santidad y otros que demostraron un auto-control heróico cuando se trató de abstenerse de salir con alguien por el bien de los otros (Beato Pier Giorgio Frassati). Algunos individuos, sin embargo, necesitan una “paz mental” cuando se trata de la cuestión del noviazgo. Aunque ten cuidado con no racionalizar por el deseo. Aquí es donde un buen director espiritual o director vocacional podría proporcionar una percepción de la situación valiosa y personalizada y darnos una perspectiva desde fuera.
Por otro lado, si sientes a Dios llamándote a seguirle con todo el corazón en modo radical pero de hecho nunca te comprometes a andar por este camino (sea la vida religiosa, el seminario, el trabajo misionero), ¿cómo vas a saber si es o no la vida a la que te ha preparado? No haces un juramento de sangre cuando entras en el seminario o en un convento; estás tan solo entrando en formación para ver si esto es lo que Dios ha preparado para ti, y te será mejor para avanzar en la fe a pesar del resultado.
“Cuanto mayor es el sentido de responsabilidad por la persona, mayor es el amor” San Juan Pablo II.
Si la vocación es de verdad una llamada del cielo con un medio terrenal, debemos tratarla con cuidado. ¡Qué regalo ser llamados a la unión y al servicio a Cristo! Deberíamos correr hacia Cristo, confiándole nuestro viaje y nuestra juventud tan pronto como sea posible. No tengo duda de que muchas vocaciones religiosas son silenciadas, pérdidas o matadas en la hedonista cultura de la vida universitaria.
Irónicamente, fue mi rendición ante Dios en lo que creía que era una llamada al sacerdocio lo que me llevó a mi mujer. Ahora soy un marido y un padre mejor de lo que podría haberlo sido sin mi viaje en la formación sacerdotal. Los curas, directores de formación y hermanos seminaristas, todos me ayudaron a ser más desinteresado y a estar más centrado en Cristo. Tu viaje particular será el tuyo propio y el de nadie más. Confíaselo a Jesucristo y aguanta el viaje.
Buscar la sabiduría, habla con directores vocacionales. Construye amistades virtuosas y conócete a ti mismo lo suficiente como para ser honesto contigo mismo. Ejercítate en el auto-control, en especial cuando molesta. Vé hacia Cristo en tu soledad.
Recuerda que Dios es tu meta. Deja que rellene tu dolor. El resto se solucionará.
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Bobby Angel hails from St. Petersburg, FL, and is now a campus minister and theology teacher at an all-boys Catholic high school in Anaheim, CA. In August 2013, he married Jackie Francois and the two have been sharing the Good News together through blogs, talks, and webcasts. They enjoy living by the beach, eating good food, swing dancing, game nights with friends, and being married. Their blog can be found at: www.jackieandbobby.com